domingo, 20 de marzo de 2016

Soladura de los Aceros Inoxidables Austeníticos , los Aceros Inoxidables Ferríticos Y Martensíticos




Los aceros inoxidables austeníticos, comparados con otras familias de aceros, como los aceros al carbono sin alear, los de baja aleación o incluso comparados con las otras familias de aceros inoxidables, son aceros que tienen un punto de fusión más bajo, su estructura interna ofrece una mayor resistencia eléctrica con menor conductividad térmica y presentan, en general, un mayor coeficiente de dilatación que los demás aceros.
Como resultado de todo lo anterior, para la ejecución de soldaduras en los aceros inoxidables austeníticos se va a requerir aportar menor cantidad de calor para crear el baño de fusión en el metal base.
En efecto, una conductividad térmica menor tiene como consecuencia principal que el calor se concentre en una zona pequeña alrededor del cordón de soldadura, y por lo tanto se va a necesitar un menor aporte de calor para mantener el baño de fusión.
Sin embargo, como contrapartida esto genera un aumento del gradiente de temperatura y de las tensiones residuales asociadas, que unido al mayor coeficiente de dilatación que presentan los aceros inoxidables austeníticos, va a implicar un mayor riesgo de producirse deformaciones y desalineaciones durante la soldadura. De ahí la necesidad de mantener un estricto control dimensional mediante el empleo de guías y de otras técnicas de embridado, con objeto de poder mantener la geometría del conjunto soldado sin que se produzcan deformaciones.

En general, los aceros inoxidables austeníticos se sueldan con más facilidad que los martensíticos o que los ferríticos, pero existen factores característicos de esta familia que deben ser tenidos en cuenta para poder ejecutar una buena soldadura y de paso eliminar el riesgo de defectos en la soldadura.
A continuación se estudiarán aquellos fenómenos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de ejecutar la soldadura de aceros inoxidables austeníticos.
Precipitación de carburos:
Es una de las causas más común de corrosión en los aceros inoxidables austeníticos y que aparece en las zonas del metal base adyacentes del cordón. Es decir, que no es una corrosión que afecta específicamente al cordón sino en el área alrededor de éste.
Soldadura en acero inoxidable austenítico
Ello ocurre porque cuando a un acero inoxidable austenítico se le somete a un intervalo de temperatura de entre 420 y 900 ºC durante un cierto tiempo, o si durante su enfriamiento se le enfría lentamente en dicho intervalo de temperatura, entonces se podrá dar lugar a un precipitado de compuestos de carburo de hierro y cromo. Este precipitado empobrecería el contenido en cromo en el acero, y por tanto su función protectora que le confiere su característica de inoxidable. Esta precipitación es si cabe más intensa en el intervalo de temperatura que va de los 600 a los 850 ºC.
Los precipitados de carburo de cromo se suelen formar en los límites de grano, haciendo que disminuya la cohesión entre ellos, a la vez que origina el empobrecimiento antes dicho del contenido de cromo de las zonas anexas, por lo que la propiedad protectora que le confiere el cromo al acero inoxidable disminuye, y el acero queda "sensibilizado", es decir, más vulnerable a la corrosión.
Esta tendencia a la formación de los precipitados del carburo de cromo dependerá del tiempo de exposición en el intervalo de temperaturas críticas (420-900 ºC) y de la cantidad de carbono presente en la composición del acero.
De esta forma, un acero grado 304, con un porcentaje en carbono del 0,06% aproximadamente, podría quedar sensibilizado en apenas 3 minutos si se mantiene a una temperatura de 700 ºC. Sin embargo, uno de grado 304L, con un 0,03% de carbono, podría aguantar incluso unas 8 horas a 600 ºC antes de sensibilizarse. Por ello, en aquellas aplicaciones donde el riesgo de producirse corrosión intergranular sea alto deberá utilizarse aleaciones de bajo contenido en carbono, como son los grados "L" (Low Carbon).
Entre las recomendaciones para disminuir el riesgo de producir precipitados de carburos están las siguientes:
Limitar el contenido máximo de carbono, tanto del metal base como de los electrodos empleados, al 0,03%, con objeto de minimizar la formación de los precipitados de carburo de cromo. Los aceros inoxidables con un contenido en carbono inferior al 0,03% son conocidos como grado "L" (Bajo o Low Carbon).
Se recomienda utilizar en la soldadura electrodos que contengan en su composición elementos llamados "estabilizadores", como el Titanio (Ti) o el Niobio (Nb), que son elementos que se combinan preferentemente con el carbono para formar carburos de titanio o de niobio antes que lo haga con el cromo. De esta forma se deja libre el cromo que no reacciona con el carbono y evita que se formen los precipitados de carburo de cromo, de manera que el cromo quede libre para poder cumplir su función protectora en los aceros inoxidables. Estos aceros, denominados "estabilizados" son conocidos como los grados 347(Nb) y 321 (Ti) y son ideales para aquellas aplicaciones donde se prevea que la aleación estará expuesta un largo tiempo sometida al rango de temperaturas de sensibilización (420-900 ºC).
Otra forma de restaurar la resistencia a corrosión una vez formado los precipitados de carburo de cromo es sometiendo a la pieza de acero a un proceso de templado. Para ello, se calentará la pieza sobre los 1050 ºC con lo que se conseguirá disolver los carburos de cromo precipitados, seguido de un enfriamiento rápido para así evitar la formación de nuevos precipitados. Es una solución válida para aquellos casos donde se prevea que la pieza no va a estar sujeta en sus condiciones de servicio al rango de temperatura de sensibilización, y además que la geometría y tamaño de las piezas permita su manejo para introducirlo en un horno para su templado.
Otra forma de reducir la precipitación de carburos es disminuyendo el aporte térmico al proceso de soldeo. Para ello se recomienda bajar la intensidad de corriente en lo posible sin comprometer la estabilidad del arco, emplear electrodos de diámetro pequeño y ejecutar la soldadura mediante cordones cortos para que el aporte de calor no sea excesivo a la pieza. Asimismo, después de cada pasada se recomienda enfriar a continuación de modo que se limite al menor tiempo posible que la zona afectada térmicamente por la soldadura (ZAT) quede expuesta al rango de temperatura de sensibilización (420-900 ºC). De esta forma, para los grados no estabilizados o que no sean de bajo contenido en carbono, tales como el AISI 304, es importante limitar la entrada de calor a valores por debajo de 35 kiloJoules por centímetro de cordón de soldadura ejecutado con objeto de minimizar el ataque corrosivo en ambientes agresivos.
Para calcular el aporte de calor (Q) a la soldadura, expresado en kiloJoules por centímetro de cordón de soldadura, se puede emplear la siguiente formulación:
Q =  
U · I · 60

v · 1000

donde,
Q    es el calor aportado a la soldadura, expresado en kJ/cm;
U    es el voltaje empleado en la corriente, en Voltios (V);
I    es la intensidad de corriente, en amperios (A);
v    es la velocidad de avance en la ejecución del cordón de soldadura, expresada en centímetros por minuto (cm/min).
Fisuración en caliente:
Es un agrietamiento de características internas en el cordón y que se origina durante su etapa de enfriamiento, cuando aún se encuentra a temperaturas elevadas (1000 ºC).
En este sentido, la presencia de impurezas de bajo punto de fusión como el Fósforo, Azufre o Silicio en el acero favorecerá la fisuración en caliente. Por ello, pequeñas cantidades de ferrita (2-3%) en los aceros austeníticos, que favorece la disolución de estas impurezas, reducirá el riesgo de producir este fenómeno de la fisuración en caliente.
Esto es así porque la ferrita se comporta mejor ante este defecto, evitando que se produzca el agrietamiento en caliente de la soldadura. En efecto, al ser la ferrita una estructura más dúctil que la austenita, permite la contracción deformándose plásticamente y evitando así la fisuración.
En definitiva, los aceros austeníticos presentan mayor riesgo de fisuración en caliente que los ferríticos, y en una soldadura completamente austenítica habrá que controlar que el metal de aporte no contenga elementos tales como el silicio, fósforo o azufre, que son elementos que favorecerán la aparición de fisuras en el cordón.
Entre las recomendaciones para disminuir el riesgo de producir fisuración en caliente en la soldadura están las siguientes:
Como el metal de aporte con alto contenido en silicio es más susceptible a sufrir agrietamiento, se recomienda limitar el contenido de silicio en la composición de los electrodos.
Minimizar el aporte térmico durante la ejecución de las soldaduras.
Procurar eliminar y rellenar las grietas de los cráteres antes de continuar con la soldadura. Para rellenar los cráteres se recomienda emplear un arco corto y limpiar cada cordón antes de soldar sobre él.
Formación de Fase Sigma:
La denominada Fase Sigma es un compuesto inter-metálico de hierro y cromo (45%Cr-55%Fe) que se caracteriza por su alta dureza (superior a 900 Vickers) y gran fragilidad, y que tiene gran influencia sobre la resistencia a la corrosión y características mecánicas de la soldadura, aumentando los riesgos de fisuración.
Su formación es debida a la presencia de ferrita en los aceros inoxidables cuando se les mantiene durante un largo periodo de tiempo entre 550 y 900 ºC, de manera que la ferrita se transforma en Fase Sigma.
Una vez formada la Fase Sigma, ésta puede ser removida mediante un tratamiento térmico, tal que calentándola sobre los 1050 ºC, la Fase Sigma puede ser disuelta en la austenita y para luego ser transformarda de nuevo en ferrita.
En conclusión, para evitar la formación de la Fase Sigma en la soldadura se deberá limitar los contenidos en ferrita en el metal de aporte a valores próximos al 12%, si se presume que la pieza soldada va a estar sometida a calentamientos en el rango de 550-900 ºC durante largos periodos de tiempo.

A continuación se relaciona una serie de recomendaciones a la hora de ejecutar soldaduras en los aceros inoxidables austeníticos.
Precalentamiento:
En general, no se obtiene beneficio sometiendo a una pieza de acero inoxidable austenítico a un precalentamiento previo a la soldadura, sino más bien lo contrario, pues se deteriora la resistencia a la corrosión de estos aceros como consecuencia de los fenómenos de precipitación de compuestos de carburo de cromo.
Además, se aumenta el riesgo de producir fisuración en caliente en la soldadura y de generar distorsión y deformaciones de las piezas debido al mayor coeficiente de dilatación de los aceros inoxidables austeníticos respecto a otros aceros.
Por lo tanto, no se recomienda someter a los aceros inoxidables austeníticos a procesos de precalentamiento previo a la soldadura.
Selección de los electrodos:
Como norma general, a la hora de seleccionar la composición de los electrodos en una soldadura, éstos deberán ser en todo momento compatibles con el metal base donde vayan a ser depositados, que ofrezcan cordones resistentes al agrietamiento y que además sean de iguales o mejores propiedades mecánicas, de tenacidad y de resistencia a la corrosión que el metal base.
En este sentido, es práctica habitual que para soldar se seleccione electrodos cuya composición enriquezca el contenido de la aleación del metal base. Así, para soldar una acero inoxidable AISI 316 con contenidos del 16-18%Cr y del 10-13%Ni, se puede seleccionar como metal de aporte un electrodo tipo E316-16 con rangos de 17-20%Cr y del 11-14%Ni.
Procedimiento de soldadura:
En general, se deberá mantener la temperatura del metal base lo más baja posible, por lo que el aporte térmico se deberá minimizar. Para ello se recomienda bajar la intensidad de corriente, establecer un arco que sea corto, ejecutar la soldadura en cordones cortos y realizar pausas entre cordones.
Aplicaciones criogénicas:
Para conseguir unas propiedades criogénicas aceptables en el cordón de soldadura, de manera que se reduzca su fragilidad a muy bajas temperaturas, se debe limitar la composición del metal de aporte en:
Bajo en ferrita (0 FN)
Bajo en nitrógeno (menos de 0,05%)
Bajo en carbono (menos de 0,04%)
Tratamiento térmico::
En general, se deberá evitar someter a las piezas de acero inoxidable austenítico a tratamientos térmicos con el fin de aliviar las tensiones residuales que se generan durante la soldadura. Esto es así, porque los aceros inoxidables austeníticos ya se suministran templados por disolución, con el fin de disolver los precipitados de carburos de cromo.
Como es sabido, la ejecución de soldaduras genera tensiones residuales en las piezas, que pueden generar deformaciones de éstas después del maquinado. Para aliviar estas tensiones residuales en los aceros comunes se les suele someter a un tratamiento térmico tras la soldadura, pero en los aceros inoxidables austeníticos es mejor no hacerlo.
En todo caso, si fuera necesario someter a la pieza a un tratamiento térmico, éste se podría hacer siguiendo una de las dos siguientes alternativas:
Someter a un tratamiento de alivio de tensiones a baja temperatura (entre 315-425 ºC), manteniéndolo por un periodo de 4 horas por cada pulgada de espesor de la pieza, seguido de un enfriamiento lento. Con ello se eliminará, al menos, los picos de tensiones. Es un tratamiento seguro para los grados 304 y 316, así como para los grados estabilizados y de bajo contenido en carbono, dado que la temperatura del tratamiento es inferior a la necesaria para formar los precipitados de carburo de cromo en estos aceros.
Cuando la alternativa anterior no es suficiente para conseguir un deseado alivio de tensiones, entonces se deberá someter a la pieza a un tratamiento térmico en el rango de 425-925 ºC. En este rango, los aceros de los grados 304 y 316 no pueden ser tratados porque perderían parte de su resistencia a la corrosión debida a la precipitación de carburos. Solamente en este rango de temperaturas podrán someterse aceros pertenecientes a uno de los grados estabilizados (321, 347) o de bajo contenido de carbono (304L, 316L, etc.).

Generalidades

Los aceros inoxidables ferríticos presentan, en general, peor soldabilidad que los grados austeníticos, aunque mejor que los martensíticos. La exposición a altas temperaturas de las estructuras ferríticas, como consecuencia del aporte de calor ligado al proceso de soldadura así como también en las zonas afectadas térmicamente próximas al cordón, tiene como consecuencia una reducción en las características de ductilidad del metal, aumentando su fragilidad.
Por otro lado, para prevenir la precipitación de compuestos de carburos de cromo en los límites de grano, que tan negativamente afectan a la resistencia a la corrosión de los aceros, es necesario someterlos a un proceso de temple por disolución, que en el caso de los aceros inoxidable ferríticos se hace hasta los 790 ºC.
Por tanto, en las soldaduras de los aceros inoxidables ferríticos hay una mayor necesidad de realizar tratamientos térmicos previos y posteriores a la soldadura. Con ellos se consigue aliviar el estado de tensiones residuales, con lo que se mejora la resistencia tanto mecánica como a la corrosión del cordón de soldadura y de las zonas afectadas térmicamente. Estos tratamientos se hacen más necesario, si cabe, cuando aumentan los espesores de las piezas a soldar.

Como ya se ha mencionado anteriormente, en general, los aceros inoxidables ferríticos presentan una peor soldabilidad que los aceros austeníticos, aunque mejor que los martensíticos.
¿.
A continuación se estudiarán aquellos fenómenos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de ejecutar la soldadura de piezas de acero inoxidable ferrítico, con objeto de minimizar los efectos negativos que pudieran presentarse sobre las uniones soldadas.
Excesivo crecimiento de grano:
Como norma general, la presencia de un tamaño de grano grueso en la estructura interna de un metal es sinónimo de menor ductilidad y tenacidad, es decir, se comporta más frágilmente que si presentase una estructura interna de grano fino.
Los aceros inoxidables ferríticos, como consecuencia del aporte de calor que recibe durante la soldadura, son susceptibles de producir un crecimiento de grano en su estructura interna cuando se encuentran en el intervalo de temperatura de 850 a 900 ºC.
Con objeto de minimizar en lo posible este problema, a las piezas soldadas de aceros inoxidables ferríticos se les pueden someter a un post-calentamiento de entre 700 a 850 ºC.
Sensibilización:
En general, las aleaciones de acero inoxidable ferríticas no son totalmente ferríticas al 100%, sino que pueden contener algo de estructura austenítica. Al someterse a una pieza de acero ferrítico a un calentamiento por encima de los 900 ºC (temperatura que se alcanza en algunas zonas del metal base durante una soldadura) esta austenita presente se acumulará en los límites de grano, la cual, si la pieza se le somete posteriormente a un enfriamiento rápido, se transformará en martensita que presenta mayor fragilidad y menor plasticidad, además de una minoración de la resistencia a la corrosión en el límite de grano.
Este fenómeno, que en los aceros inoxidables ferríticos se conoce como sensibilización, se puede evitar haciendo un enfriamiento lento (al contrario que los austeníticos) desde una temperatura aproximada de los 1000 ºC. Con ello se conseguiría mejorar sensiblemente su resistencia a la corrosión intergranular.
Formación de Fase Sigma:
Como ya se vio anteriormente, la Fase Sigma es un compuesto inter-metálico de hierro y cromo (45%Cr-55%Fe) que se caracteriza por su alta dureza (superior a 900 Vickers), una gran fragilidad y una disminución de las características mecánicas de la soldadura, aumentando los riesgos de fisuración.
Además, debido a que la fase sigma es más rica en cromo que la ferrita, su formación podría incidir sobre la resistencia a la corrosión, dado que restaría el contenido del cromo disuelto que hay en el metal base.
Su formación en los aceros inoxidables ferríticos se produce cuando se les mantiene durante un largo periodo de tiempo entre 550 y 900 ºC. En este intervalo de temperatura se produce la transformación de la estructura ferrítica en Fase Sigma. También puede tener lugar esta transformación durante la fase de enfriamiento, si se mantiene a la pieza durante un cierto tiempo en dicho rango de temperatura.
Si se ha generado la Fase Sigma, una forma de volver a disolverla es calentando a la pieza por encima de los 900 ºC seguido de un enfriamiento rápido. Con ello se logra mantener la fase de alta temperatura (ferrita alfa), no dando tiempo a que se transforme en fase sigma que es un proceso más lento.
Fisuración inducida por hidrógeno:
En los aceros inoxidable ferríticos, la presencia de hidrógeno reduce considerablemente la ductilidad y tenacidad de la estructura y cambia el modo de fractura de dúctil a frágil.
Este agrietamiento por hidrógeno (Hidrogen Induced Cracking, HIC) es originado por el hidrógeno que queda atrapado en el metal de soldadura una vez que éste se enfría.
Ello es debido a que el hidrógeno atómico, de muy pequeño tamaño, se puede difundir a través de la estructura interna del acero y combinarse para formar hidrógeno molecular, de mayor tamaño. Este hidrógeno molecular genera unas altísimas presiones internas en la estructura del acero que pueden ser suficientes para originar fisuras en el metal de soldadura, o en las zonas aledañas afectadas térmicamente por el calor del baño de fusión.
La posibilidad que aparezcan fenómenos de agrietamiento por hidrógeno se multiplica si se dan las siguientes condiciones:
Que se suelden estructuras que por sí sean más susceptibles al agrietamiento.
Que la soldadura tenga lugar en un ambiente con altas concentraciones de hidrógeno.
Que aparezcan tensiones en la pieza soldada.
En relación al primero de los condicionantes, algunos materiales son más susceptibles de sufrir agrietamiento por hidrógeno que otros. Así, el acero al carbono y ciertos aceros de aleación presentan un mayor riesgo de fractura por hidrógeno. Esta tendencia a la fragilidad por hidrógeno se mide usando la escala de carbono equivalente que reúne la contribución del carbono junto con otros elementos de aleación. De esta manera, aceros con altos porcentajes en carbono son más propensos a sufrir fracturas por hidrógeno. Para más información sobre este concepto de carbono equivalente (CEV) se remite al lector a consultar el Tutorial nº 100 "Características Mecánicas del Acero", en su apartado 11 Soldabilidad.
En cuanto al segundo de los condicionantes, durante el proceso de soldadura, la presencia de agua, humedad en el revestimiento de los electrodos, grasas, pinturas, o el agregado de hidrógeno a los gases de protección, son fuentes de alta concentraciones de hidrógeno.
Así, un enfriamiento rápido del cordón de soldadura podrá favorecer una fractura por hidrógeno, dado que al gas que se forma durante la soldadura y que se encuentra disuelto en el baño de fusión, no le da tiempo a que se disipe antes que se solidifique el cordón de soldadura, quedando atrapado en su interior.
Y en cuanto al tercero de los condicionantes, la aparición de tensiones internas también favorece el agrietamiento por hidrógeno. Son factores que pueden favorecer la aparición de grandes niveles internos de tensiones, por ejemplo, un inadecuado diseño del cordón de soldadura (se recomienda consultar el Tutorial nº 58 "Recomendaciones para la Ejecución de Uniones Soldadas"), el grosor de las piezas soldadas, el excesivo embridado de las piezas, o emplear un voltaje o intensidad elevada, que va a suponer un aporte térmico también elevado que favorece la aparición de grandes niveles de tensiones internas.
Para minimizar el riesgo de aparición de fenómenos de agrietamiento por hidrógeno se recomienda someter a las piezas a soldar a un precalentamiento previo cercano a los 200 ºC. Ello es así, porque se demuestra que el agrietamiento por hidrógeno en los aceros ferríticos ocurre a la temperatura ambiente, mientras que al aproximarse temperaturas cercanas a 200 ºC disminuye esta tendencia.
Asimismo se recomienda mantener el material base y los electrodos secos y limpios, con objeto de eliminar la presencia de humedad, grasas y aceites.
Precipitación de carburos:
En algunos casos de aceros ferríticos, el nitrógeno y el carbono residual presente en su composición pueden combinarse con el cromo para formar carburos y nitratos en los bordes de grano, empobreciendo el contenido de cromo del metal base y por tanto su naturaleza inoxidable.
Este hecho puede provocar que aparezcan casos de corrosión intergranular, aunque siempre de menor intensidad que en los casos de los aceros inoxidables austeníticos.
Formación de martensita:
Como se sabe, la martensita es una estructura dura, pero muy frágil. La soldadura en los aceros ferríticos puede producir pequeñas cantidades de austenita en las zonas afectadas térmicamente por el calor del cordón de soldadura, que durante la fase de enfriamiento podrían dar lugar a la formación de estructuras martensíticas. Este fenómeno reduciría las propiedades de ductilidad, tenacidad y de resistencia a la corrosión originales que pueda tener el acero.
Para evitar este proceso se recomienda controlar el aporte térmico que se haga durante la soldadura, evitando que sea excesivo respecto al necesario, y también realizar periodos de enfriamientos cortos una vez ejecutado cada cordón de soldadura.

En general, en la soldadura de aceros inoxidables ferríticos se deberá cuidar no sobrepasarse con el aporte de calor durante el proceso de soldadura, para lo cual se deberá cuidar mucho los valores de tensión e intensidad de corriente empleados.
Con objeto de evitar el agrietamiento y fragilidad por hidrógeno tanto del cordón de soldadura como de las zonas adyacentes afectadas térmicamente, se recomienda precalentar en el rango de 150-230 ºC, sobre todo cuando el espesor a soldar exceda de los 6 mm.
Una vez ejecutada la soldadura, se recomienda realizar un post-calentamiento de la pieza soldada para aceros inoxidables ferríticos en el rango de 780-840 ºC, para garantizar así una estructura completamente ferrítica y restablecer las propiedades mecánicas y de resistencia a la corrosión que pudieran afectarse con la soldadura.
No obstante, un exposición prolongada en este rango de temperaturas podría favorecer la aparición de fase sigma en aquellos aceros ferríticos de alto contenido en cromo, como los grados 444.


La martensita es una estructura dura, cuya dureza aumenta con el contenido de carbono, pero también muy frágil con gran tendencia a la fisuración.
Los aceros inoxidables martensítos son endurecidos al aire cuando se les enfría rápidamente desde el rango de temperaturas de austenitizado (870-1010 ºC) hasta la temperatura ambiente.
Este rango de temperaturas (870-1010 ºC) se alcanza en las zonas afectadas térmicamente (ZAT) por el proceso de soldadura, por lo que si la fase de enfriamiento del cordón se realiza a velocidad suficiente, puede dar lugar a la formación de martensita en estas zonas de la pieza soldada.

Por tanto, durante la ejecución de la soldadura, y en aquellas zonas afectadas térmicamente, se podrá desarrollar la fase martensítica frágil y dura que puede desarrollar grietas debido a las tensiones residuales de contracción y también a la fragilización causada por el hidrógeno.
Este efecto se hace más patente con el mayor contenido de carbono del metal base, que aunque hace aumentar la dureza, también disminuye la tenacidad y aumenta el riesgo de producir fenómenos de agrietamiento.
Un precalentamiento del metal base antes de iniciar la soldadura, de manera que permita después una velocidad de enfriamiento más lenta tanto del cordón como de las zonas afectadas térmicamente, reduce los niveles de tensiones internas, además de reducir el riesgo de fragilización por hidrógeno del cordón, al proporcionar más tiempo para escapar del baño de fusión al hidrógeno proveniente de los gases de protección.

En cuanto a las características del material de aporte se recomienda emplear, como criterio general, grados martensíticos como el 410 ó el 420, preferentemente con bajo contenido en carbono para evitar un excesivo endurecimiento de la soldadura.
En aquellas aplicaciones, donde no sea factible realizar tratamientos de precalentamiento o tratamientos térmicos post-soldadura para aliviar el estado de tensiones, se recomienda emplear como material de aporte grados austeníticos del tipo 309, 310, 312 o similares que aportará más ductilidad al cordón de manera que pueda absorber las tensiones y deformaciones de las zonas cercanas al cordón, evitándose así la formación de grietas.
En general, las operaciones de precalentamiento y de tratamiento térmico post-soldadura aminorará la tendencia a la fisuración de los aceros inoxidables martensíticos. También se recomienda someter a las piezas a un precalentamiento de entre 200 y 300 ºC previo al proceso de soldeo, aunque el nivel exacto de temperatura de precalentado dependerá del contenido de carbono del metal base o de la composición del metal de aporte. De esta manera, si se usan aportes de materiales austeníticos, los procedimientos de pre-calentemiento y post-calentamiento serán menos exigentes.
De todos modos, se recomienda realizar un tratamiento térmico post-soldadura y realizarlo antes que la pieza soldada se enfríe. De hecho, no se debería permitir que la pieza soldada se enfríe por debajo de la temperatura de precalentamiento antes de realizar el calentamiento post-soldadura.
Por último, realizar un revenido en el rango de 600-750 ºC seguido de un enfriamiento controlado (del orden de una velocidad de enfriamiento de 30 ºC por hora hasta alcanzar los 600 ºC) reduce la dureza del cordón y de las zonas afectadas térmicamente, así como un aumento de la ductilidad y resistencia a la corrosión.
Por debajo ya de los 600 ºC se permiten enfriamientos más rápidos, aunque se recomienda no superar una velocidad de enfriamiento de 200 ºC por hora y pulgada de espesor de pieza soldada, con objeto de evitar que aparezcan tensiones residuales internas.


Realizar una buena limpieza superficial de los aceros inoxidables después de ejecutar la soldadura es tan importante como el propio proceso de soldeo.
Esto así porque las condiciones superficiales de los aceros inoxidables resultan críticas cuando estos deben contener o estar en contacto con productos muy sensibles (por ejemplo, en aplicaciones de industrias farmacéuticas, alimenticias o nucleares), o cuando deban resistir ambientes muy agresivos (por ejemplo, en plantas químicas).
Básicamente, la resistencia superficial a la corrosión en los aceros inoxidables se puede encuadrar en 3 categorías: a la contaminación superficial, incrustaciones de hierro o a daños mecánicos. A continuación se estudiarán cada una de ellas.

La presencia de contaminantes de naturaleza orgánica, tales como grasas, aceites, pinturas, marcas hechas con crayones o incluso restos de cintas adhesivas, pueden favorecer la aparición de fenómenos de corrosión sobre la superficie del acero inoxidable.
Además, las superficies que deban ser decapadas o tratadas con ácidos antes de la soldadura, deberán ser limpiadas para quedar libres de contaminantes orgánicos, de manera que el ácido pueda ser más efectivo para remover la contaminación por hierro, óxidos superficiales o condiciones similares.
En ocasiones, la inspección visual puede ser suficiente para detectar restos de contaminación orgánica, mientras que en otras, se puede usar un trapo o papel para la detección de aceite o grasa sobre la superficie.
Para el desengrasado se puede utilizar un solvente no clorado. Para comprobar la ausencia de grasas y aceites sobre la superficie se puede rociar una fina cortina de agua. Si existen restos de aceite o grasas, la película de agua se romperá alrededor de estos restos. El desengrasado se deberá repetir hasta que la película de agua deje de romperse. Los solventes clorados no se recomiendan debido a que los restos de cloruros pueden permanecer y causar procesos de corrosión cuando la pieza de acero sea puesta en servicio.

Generalmente, cuando una pieza de acero inoxidable sufre la formación de puntos de herrumbre suele ser debido a una contaminación por partículas de hierro, que si no se eliminan a tiempo darán lugar a un proceso de corrosión por picado.
La presencia de hierro libre sobre la superficie del acero inoxidable puede provenir tras las operaciones de fabricación. Las partículas de hierro depositas sobre la superficie del acero inoxidable se oxidan con el aire húmedo o cuando son mojadas, dejando marcas de óxido, las cuales pueden iniciar el proceso de corrosión de la superficie de acero inoxidable en contacto.
Para detectar la presencia de partículas de hierro, la prueba más simple consiste en rociar con agua la pieza de acero inoxidable y dejar pasar al menos 24 horas. Transcurrido este tiempo se inspecciona la superficie para detectar posibles manchas de óxidos, que indicarían la presencia de puntos de contaminación por partículas de hierro.
Cuando se requiera de las máximas garantías, porque las piezas de acero inoxidables vayan a ser empleadas en plantas farmacéuticas, alimenticias o nucleares, se puede realizar otra prueba mucho más sensible que la anterior. Ésta consiste en rociar la pieza con una solución denominada ferroxilo, compuesta de agua destilada (94% m/m), ácido nítrico concentración 60-67% (3% m/m) y ferrocianuro de potasio (3% m/m).
La presencia de puntos contaminados por partículas de hierro quedará indicado por la aparición sobre la superficie de puntos de color azul a los pocos minutos de rociar la solución. La intensidad del color es un indicador del grado de contaminación. La solución debe ser limpiada después de algunos minutos mediante agua o un paño húmedo. Se recomienda consultar la norma ASTM A380, "Standard Recommended Practice for Cleaning and Descaling Stainless Steel Parts".
Eliminación de las partículas de hierro embebidas:
El decapado, que a menudo se realiza después del desengrase, es el método más efectivo para eliminar al hierro embebido. El decapado es un tratamiento químico, normalmente con un baño ácido de nítrico/fluorhídrico a 50 ºC, que actúa sobre la superficie del acero inoxidable, eliminando, no sólo la contaminación por hierro y otros metales, sino también de otras impurezas, contaminaciones y manchas producidas por las soldaduras.
Con el decapado se consigue un aspecto satinado/mate homogéneo y una superficie limpia y pasivada, con la máxima protección anti-corrosiva.
El procedimiento de decapado deberá ajustarse a lo indicado por las normas internacionales ASTM A380, ASTM A 967, ASME BPE y UNE-EN-2516.
Dado que el decapado es en sí mismo un proceso de corrosión controlada y generalizada, se prefieren los aceros inoxidables de bajo carbono o estabilizados, debido a que en los grados no estabilizados el proceso podría dar lugar al origen de corrosión intergranular en la zona afectada por la soldadura.
Los objetos pequeños se decapan mejor por inmersión. Las cañerías, tanques y recipientes que sean demasiado grandes para ser sumergidos, se pueden tratar haciendo circular la solución decapante por dentro de ellos.
Cuando la prueba del ferroxilo muestra pequeñas zonas con hierro embebido, éstas se pueden eliminar mediante aplicación local de pasta de nítrico/fluorhídrico. Para tanques grandes, lo normal es llenarlos hasta una altura de 150 mm para decapar el fondo, y posteriormente eliminar localmente el hierro embebido en las paredes.
Otra forma de eliminar la contaminación superficial por partículas de hierro, aunque en este caso no se lograrían eliminar del todo las más profundas, es empleando sólo ácido nítrico. Al tratamiento con sólo ácido nítrico se le llama también pasivado.
Todo proceso de pasivado en los aceros inoxidables deberá ajustarse a lo indicado por las normas internacionales ASTM A967, ASTM A380, AMS 2700C, AMS QQ-P-35 y UNE EN 2516.
El pasivado es un proceso imprescindible para asegurar que la capa protectora de óxidos de cromo sobre la superficie del acero inoxidable se genere correctamente, y por lo tanto la resistencia a la corrosión sea la indicada para el tipo de aleación. No obstante, hay que señalar que en los casos de decapado, la superficie decapada también se pasiva cuando la superficie del acero entra en contacto con el aire.
En aquellas ocasiones, donde ni el decapado ni el pasivado resulten prácticos de llevar a cabo, se puede usar la técnica del blastinado, aunque no todos los abrasivos que se usen darán buenos resultados.
El blastinado con esferas de vidrio en general suele dar buenos resultados. Se recomienda realizar pruebas periódicas para ver qué cantidad de esferas se pueden volver a utilizar antes de que comiencen a recontaminar la superficie. Las cáscaras de nuez también resultan buenas como abrasivo.
El blastinado abrasivo con trozos de acero o arenisca generalmente no producen buenos resultados, debido al riesgo que se corre de contaminación con hierro. Además, el blastinado con arenisca deja una superficie muy rugosa, que hace al acero inoxidable susceptible de sufrir corrosión por rendijas. Asimismo, el arenado también debe ser evitado cuando sea posible, aún cuando se utilice arena nueva libre de hierro.
Recomendaciones para evitar la presencia de contaminación de partículas de hirerro:
.
Para evitar la presencia de partículas de hierro sobre la superficie de las piezas de acero inoxidable se recomienda tener en cuenta lo siguiente:
No permitir el contacto de las superficies de las piezas de acero inoxidable con elementos de hierro o de acero al carbono. Este contacto podría producirse con el empleo de herramientas usadas para el izado, mesas de acero de trabajo, rack para el almacenamiento de piezas, etc.
No usar herramientas, tales como discos abrasivos que hayan sido previamente usados con hierro o aceros ordinarios, ya que podrían contener hierro incrustado.
Usar sólo cepillos de acero inoxidable que nunca hayan sido usado con hierro o acero al carbono. Nunca usar cepillos de alambre de acero al carbono para el cepillado del acero inoxidable.
No dejar las planchas u hojas de acero inoxidable en el piso, expuestas al tráfico. Se deben guardar en posición vertical.
Si es posible, se recomienda realizar las operaciones de fabricación de los equipos de acero inoxidable en un lugar alejado y separado de aquellas otras áreas de trabajo donde se realicen operaciones con hierro o acero al carbono, para evitar contaminaciones con partículas de hierro provenientes de amoladoras, herramientas de corte o arenadoras.

Cuando una superficie haya sido dañada y se requiere su reparación, ésta suele realizarse normalmente mediante amolado, o soldadura y amolado.
Los defectos superficiales se eliminan primero por amolado, preferiblemente con un disco abrasivo limpio de grano fino. La máxima profundidad de amolado para eliminar defectos a menudo se especifica en las normas de fabricación, y pueden variar entre el 10 y 25% del espesor total.
Cuando se necesite una reparación por soldadura, ésta se puede hacer mediante cualquiera de los procesos ya mencionados, pero se prefiere el procedimiento de soldeo TIG debido a la facilidad en la realización de pequeñas soldaduras. Siempre se debe agregar metal de aporte, y nunca se deberán permitir soldaduras "cosméticas" debido al riesgo que se corre de generar grietas en las soldaduras y de resistencia a la corrosión disminuida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario