Los semilleros hortícolas, puntos
clave para el adecuado desarrollo de las futuras plantaciones, están ya
incorporando diferentes medidas y nuevas estrategias relacionadas con el
control biológico. Para ello, son factores determinantes la aplicación
de medidas preventivas y culturales, así como el conocimiento de las
condiciones de uso para los diferentes enemigos naturales. Especial
relevancia está cobrando la técnica de biopropagación, que se aplica con
éxito con el mírido depredador Nesidiocoris tenuis sobre plántulas de tomate, en la mayoría de semilleros.
Introducción
En
estos últimos años la apuesta del sector hortofrutícola por las
técnicas de control integrado de plagas como parte de un sistema de
producción sostenible, ha dado lugar a un incremento muy importante en
la utilización de organismos de control biológico. Sólo en la provincia
de Almería, en la última campaña agrícola 2014/2015, se ha hecho uso de
enemigos naturales en 26.595 ha (Fuente: Delegación Provincial de
Almería, Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía).Una
consecuencia inmediata de este importante giro en el control de plagas,
ha sido un drástico cambio en el uso de productos fitosanitarios, tanto
en el número de aplicaciones, como en el tipo de materias activas
utilizadas en los diferentes cultivos, poniendo especialmente cuidado en
utilizar productos químicos muy selectivos, con el objetivo de evitar
cualquier efecto secundario sobre los principales enemigos naturales
introducidos. Este importante cambio en la protección fitosanitaria,
también se está reflejando en la primera fase de la producción
hortícola. Hoy día los semilleros hortícolas, puntos clave para el
adecuado desarrollo de las futuras plantaciones, están ya incorporando
diferentes medidas y nuevas estrategias relacionadas con el control
biológico.
No obstante, las especiales características de las instalaciones de los semilleros pueden suponer tanto ventajas como inconvenientes, para la aplicación de una estrategia de control biológico.
No obstante, las especiales características de las instalaciones de los semilleros pueden suponer tanto ventajas como inconvenientes, para la aplicación de una estrategia de control biológico.
Factores determinantes para el control biológico en semilleros
En
los semilleros, las condiciones climáticas suelen ser más estables que
en los invernaderos comerciales de producción, manteniendo temperaturas
medias constantes y humedades relativas altas. Este microclima es
favorable tanto para los insecticidas biológicos, especialmente los
preparados a base de hongos entomopatógenos, como para los depredadores y
parasitoides disponibles comercialmente. El umbral de daño por
plagas y enfermedades admisibles en plántulas de semillero es
prácticamente nulo, especialmente para plagas que actúan como vectores
de transmisión de virus fitopatógenos (mosca blanca, trips y pulgones).
El bajo nivel de presa viva junto con la falta de polen necesario en la
dieta de algunas especies, supone una limitación para la instalación de
los enemigos naturales, especialmente en el caso de depredadores, debido
a la ausencia de alimento.
Por otra parte, tanto la diversidad de cultivos como la rotación de los mismos en un corto periodo de tiempo dejan un margen muy pequeño para actuación, por lo que es muy importante realizar un seguimiento continuado de la evolución de las poblaciones plaga y tener muy bien definida la estrategia de control biológico, que permita una rápida intervención.
Por otra parte, tanto la diversidad de cultivos como la rotación de los mismos en un corto periodo de tiempo dejan un margen muy pequeño para actuación, por lo que es muy importante realizar un seguimiento continuado de la evolución de las poblaciones plaga y tener muy bien definida la estrategia de control biológico, que permita una rápida intervención.
De
manera que, una estrategia integrada que incluya medidas preventivas y
culturales, junto con la utilización de aquellos enemigos naturales que
sean capaces de dar una respuesta de control, así como la aplicación de
productos fitosanitarios en el momento adecuado, sería la clave del
éxito en la implantación del control biológico en semilleros. No
obstante, ya en los últimos años se está produciendo un trasvase de
información de la experiencia acumulada en los invernaderos comerciales,
ya que muchos de los conocimientos adquiridos, están adaptándose a la
condiciones del semillero.
Figura 1. Trampas cromotrópicas adhesivas en semillero.
Medidas preventivas y culturales
Para
la aplicación de estrategias de control biológico es de gran
importancia la adopción de medidas preventivas y culturales que permitan
aislar el cultivo de posibles entradas de fitoparásitos que podrían
suponer un desequilibrio en el sistema.
Las medidas más importantes disponibles actualmente son:
Las medidas más importantes disponibles actualmente son:
- Utilización de mallas con una densidad recomendada de 10 x 20 hilos/cm2, aunque estás densidades ofrecen protección contra mosca blanca y pulgón, pero no contra trips. El uso de esta densidad de malla estará condicionada a que exista una adecuada ventilación, puesto que la mayor parte de esta fase de la producción hortícola se realiza en primavera-verano, con elevadas temperatura.
- Las zonas de acceso a las naves de producción deben disponer de doble puerta, para minimizar la entrada de insectos. Imprescindible la colocación de placas atrayentes adhesivas en el espacio entre las puertas y evitar la apertura simultanea de las mismas.
- Utilización de trampas cromotrópicas adhesivas para seguimiento y captura de insectos (Figura 1). La colocación de este tipo de trampas es muy eficaz, ya que en los semilleros, al trabajar con plantas de pequeño porte, el efecto visual es mayor y se consigue una atracción masiva de las plagas. Hay varios formatos de trampas adhesivas, bien placas de diferentes tamaños o cintas. Ambos formatos están disponibles en varios colores en función de las distintas especies plagas.
- Utilización de trampas de feromonas para capturas de noctuidos. Estas son específicas para cada especie de noctuidos y sólo capturan machos. Se deben utilizar para monitoreo e identificación de las especies presentes en los recintos, como ayuda a la toma de decisiones en el control de plagas.
- Se aconseja la eliminación de malas hierbas tanto en el interior del semillero como en el perímetro exterior del mismo, para minimizar el riesgo de la presencia de insectos plaga, dado que muchas de las especies silvestres actúan como reservorio.
- Un punto muy importante a tener en cuenta, es el seguimiento de los niveles poblacionales de plagas. Los semilleros son sistemas muy dinámicos sobre los que hay que actuar con rapidez, puesto que se admite un nivel de daño muy bajo. La toma de decisiones debe basarse en un monitoreo diario.
- Otra medida a tener en cuenta, es la utilización de variedades resistentes que minimizan el riesgo de aparición de enfermedades víricas transmitidas por insectos.
Agentes de control biológico
El
control biológico implica la regulación de las poblaciones de plagas
mediante la introducción de enemigos naturales. A continuación, se
describen las especies de mayor interés en control biológico y sus
posibilidades de uso en semillero:
1. Depredadores
- Stratiolaelaps scimitus: este ácaro depredador, anteriormente conocido como Hypoaspis miles, desarrolla su ciclo de vida en el suelo (Figura 2). Se pueden localizar en el sustrato y en la base de los tallos, aunque rara vez se encuentra sobre las plantas. Prefiere lugares oscuros y húmedos y es capaz de establecerse en diversos medios de cultivo como compost, lana de roca, etc., de forma que las condiciones del semillero son favorables para su desarrollo. S. scimitus es una especie polífaga capaz de alimentarse de diferentes plagas que pasan una parte de su ciclo de vida en el suelo, como larvas de moscas esciáridas, ninfas de trips, colémbolos, pupas de minadores de hojas y mosquitos cecidómidos. En semilleros se instala rápidamente pues la temperatura óptima para su desarrollo es de 25 °C, por lo que uso es adecuado en estas condiciones (Malais y Ravensberg, 2006).
Figura 2. Stratiolaelaps scimitus.
- Amblyseius swirskii: ácaro adaptado a zonas cálidas. Depredador polífago que se alimenta de diferentes presas como huevos y ninfas jóvenes de mosca blanca (Bemisia tabaci y Trialeurodes vaporariorum), larvas de trips y en menor medida araña roja y araña blanca (Figura 3). Es muy versátil, capaz de instalarse en diferentes cultivos como pimiento, calabacín, pepino, berenjena y judía. En los invernaderos comerciales se introduce de forma preventiva, ya que es capaz de sobrevivir con polen como fuente de alimento. La rapidez con que se establece A. swirskii en los cultivos dependerá fundamentalmente de la cantidad y naturaleza de la fuente de alimento disponible (Malais y Ravensberg, 2006). En el caso de semilleros, la ausencia de floración y en la mayoría de los casos la falta de presa, limitaría la instalación del depredador. El suministro de una fuente de alimento complementario como el polen de flores, podría favorecer la instalación del depredador de forma preventiva en las plántulas de semillero. Además la inoculación de este enemigo natural en semillero, puede ser interesante para conseguir una instalación temprana en el cultivo.
Figura 3. Amblyseius swirskii.
- Orius laevigatus: depredador polífago clave para el control de trips en cultivo de pimiento. Consume tanto larvas como adultos de trips. Para establecerse en el cultivo, requiere de 4 a 6 semanas y necesita polen para su desarrollo. Debido al corto periodo de tiempo que permanecen las plántulas en el semillero, no es posible el establecimiento de esta especie. Una posibilidad podría ser la instalación en plantas refugio donde se mantuvieran poblaciones de forma estable.
- Nesidiocoris tenuis: depredador polífago utilizado en cultivo de tomate y berenjena (Figura 4). Se ha convertido en el enemigo natural más importante introducido en cultivo de tomate, puesto que contribuye al control de mosca blanca (B. tabaci y T. vaporariorum) y la polilla del tomate (Tuta absoluta), así como de otras plagas. Su presa preferente es la mosca blanca, aunque también se alimenta de trips, ácaros, pulgones y huevos de lepidópteros (Urbaneja et al, 2003). Este depredador también es fitófago, es decir, se alimenta de los tejidos de la planta y en ausencia de presa puede producir cierto nivel de daño (Arnó et al, 2010), especialmente en cultivo de tomate y calabacín, por lo que la instalación y posterior mantenimiento de una población de N. tenuis dentro del semillero no es aconsejable. Sin embargo, la suelta de este depredador sobre las plántulas de tomate del semillero poco días antes del transplante, está resultado muy exitosa para adelantar su instalación en la plantación, ya que requiere de varias semana para establecerse en el cultivo.
Figura 4. Adulto de Nesidiocoris tenuis.
- Coenosia attenuata: díptero depredador, conocido como 'mosca tigre' por su comportamiento a la hora de capturar a sus presas (Figura 5). Es un depredador autóctono, presente en todas las zonas invernadas de la provincia de Almería, aunque no está disponible comercialmente debido a las dificultades de su cría (Téllez y Tapia, 2005). La mosca tigre es un depredador polífago, tanto en su estado larvario como en estado adulto. Como adulto es capaz de alimentarse de una gran variedad de insectos voladores, entre los cuales se encuentran adultos de mosca blanca, minadores y esciáridos. El estado larvario que se desarrolla en el suelo, también tiene capacidad depredadora, alimentándose principalmente de las larvas de esciáridos presentes en los sustratos. Para el desarrollo de los estadios inmaduros de huevo y larva, se requiere de un sustrato húmedo, bien aireado y con aportaciones de materia orgánica, Este depredador es muy abundante en semilleros de forma natural, dado que las condiciones son óptimas para su desarrollo.
Figura 5. Coenosia attenuata.
2. Parasitoides
El
uso preventivo de parasitoides para control biológico en el semillero
no resulta eficaz ya que por un lado requiere de la presencia de la
plaga en la planta y por otro requiere de un tiempo para su desarrollo
Existen numerosas especies de parasitoides autóctonos que actúan sobre diferentes plagas como: Eretmocerus mundus, parasitoide específico de la mosca blanca Bemisia tabaci (Téllez et al., 2005), Diglyphus isaea, parasitoide de los minadores de hoja del género Liriomyza (Tellez y Yanés, 2004) y Aphidius colemani: pequeña avispa que actúa como un endoparasitoide de diferentes especies de áfidos y ampliamente utilizada en invernaderos comerciales (Téllez y Tapia, 2006). De todas ellas, sólo la especie Aphidius colemani se utiliza actualmente de forma preventiva en los cultivos hortícolas, mediante el uso de plantas reservorio (Figura 6). Para ello se emplean plantas de cereales (trigo, cebada, etc.), en las que se inocula Rhopalosiphum padi (pulgón específico de cereales, que no afecta a cultivos hortícolas). A. colemani es capaz de desarrollarse sobre R. padi, así que de esta forma, se estable una población del parasitoide antes de que aparezcan las especies de pulgón que afectan a los cultivos hortícolas (Vila et al, 2010). Con la misma estrategia, la utilización de plantas reservorio en el semillero podría ser una medida preventiva, que ayudaría a controlar el pulgón, incluso antes de que fuesen detectados focos en el cultivo.
Existen numerosas especies de parasitoides autóctonos que actúan sobre diferentes plagas como: Eretmocerus mundus, parasitoide específico de la mosca blanca Bemisia tabaci (Téllez et al., 2005), Diglyphus isaea, parasitoide de los minadores de hoja del género Liriomyza (Tellez y Yanés, 2004) y Aphidius colemani: pequeña avispa que actúa como un endoparasitoide de diferentes especies de áfidos y ampliamente utilizada en invernaderos comerciales (Téllez y Tapia, 2006). De todas ellas, sólo la especie Aphidius colemani se utiliza actualmente de forma preventiva en los cultivos hortícolas, mediante el uso de plantas reservorio (Figura 6). Para ello se emplean plantas de cereales (trigo, cebada, etc.), en las que se inocula Rhopalosiphum padi (pulgón específico de cereales, que no afecta a cultivos hortícolas). A. colemani es capaz de desarrollarse sobre R. padi, así que de esta forma, se estable una población del parasitoide antes de que aparezcan las especies de pulgón que afectan a los cultivos hortícolas (Vila et al, 2010). Con la misma estrategia, la utilización de plantas reservorio en el semillero podría ser una medida preventiva, que ayudaría a controlar el pulgón, incluso antes de que fuesen detectados focos en el cultivo.
Figura 6. Planta reservorio de Aphidius colemani.
3. Insecticidas biológicos o bioplaguicidas
Son
formulados a base de organismos entomopatógenos, que producen
patologías o epizootias letales sobre los artrópodos. Los
bioinsecticidas utilizados en el control de plagas son formulados a base
de bacterias, virus, nematodos y hongos. Generalmente actúan sobre la
plaga por ingestión, excepto los hongos y algunos nematodos que atacan a
través del tegumento. A continuación se relacionan varios insecticidas
biológicos disponibles comercialmente, que se aplican en invernaderos y
que podrían utilizarse también en semilleros:
- Bacterias: los productos más conocidos son los formulados de Bacillus thuringiensis, que se han utilizado durante décadas para el control de lepidópteros. Existe un gran número de preparados comerciales, que se aplican con éxito (González-Cabrera y Ferré, 2008).
- Virus: actualmente está siendo muy utilizado un bioplaguicida a base del virus de la poliedrosis de Spodoptera exigua (SeMNPV) (Martín et al., 2007). Se trata de un producto muy específico y que se presta para su uso en semilleros.
- Nematodos entomopatógenos: la humedad y la estructura del suelo en los semilleros, son óptimas para la aplicación de nematodos entomopatógenos. Hay varios formulados de la especie Steinernema feltiae, que son muy eficaces en el control de larvas de moscas esciáridas (Bradysia spp.), plaga importante en semilleros porque puede afectar al sistema radicular de la planta (Galeano, 2008).
- Hongos entomopatógenos: Existen varias formulaciones como las desarrolladas a base de Beauveria bassiana y Verticillium lecanii, que pueden ser utilizadas contra mosca blanca (Figura 7) y trips cuando el microclima es el adecuado (Quesada-Moraga y Santiago-Álvarez, 2008). Una humedad relativa alta y una temperatura moderada son factores importantes para su eficacia, por ello las condiciones climáticas de los semilleros son favorables para el uso de hongos entomopatógenos.
Figura 7. Ninfa de mosca blanca infectada por Verticillium lecanii.
Técnica de propagación
Esta
técnica consiste en la inoculación de depredadores sobre las plántulas
del semillero, pocos días antes de que sean transplantadas al
invernadero, con el objetivo de adelantar las poblaciones del enemigo
natural en el cultivo. Los primeros trabajos realizados mediante esta
técnica se llevaron a cabo con el chinche depredador Macrolophus caliginosus (Lenfant et al., 2000). Posteriormente se han realizado otros estudios con N. tenuis (Calvo et al. 2012).
Actualmente la biopropagación ya se está utilizando en los semilleros del sureste español (Murcia, Almería y Granada), con el mírido N. tenuis sobre plantas de tomate, para conseguir adelantar la instalación de esta especie en el cultivo. Debido a que al inicio de los ciclos de plantación se parte de una alta presión de plagas, resulta muy importante conseguir un rápido establecimiento de la población desde el principio del cultivo y esto es posible a través de la biopropagación. Para ello, se realiza la introducción de adultos de N. tenuis entre 7 y 5 días antes del transplante, a una dosis de entre 0,5 - 1 individuo/planta, en función del ciclo de plantación. Después es necesario suministrar huevos de la polilla Ephestia kuenieella como alimento, no sólo en el semillero sino también en el invernadero comercial después del transplante y hasta una semana después del mismo.
Mediante la biopropagación se consigue, además de un adelanto en la instalación del depredador, una distribución homogénea del mismo que da lugar a una instalación simultánea en todas las plantas en el invernadero. También se consigue una disminución de los costes para el agricultor, puesto que por una parte, la cantidad del depredador introducida es menor que cuando se inocula directamente en el campo y por otra se disminuye el coste en mano de obra.
La técnica de biopropagación también puede ser interesante para la instalación en semillero de otros depredadores como A. swirskii. Ensayos realizados en pepino, cultivo que carece de polen, han mostrado que la preinstalación de este depredador en las bandejas de semillero y el uso de polen de Typha latiitfolia como alimento complementario, permite mantener las poblaciones de A. swirskii en el cultivo y ejercer un mejor control de plagas, como la mosca y blanca y el trips, desde el inicio de cultivo (Téllez, 2015).
Actualmente se está produciendo una continua implementación de las estrategias de control biológico en semilleros, que aporta grandes ventajas en la protección fitosanitaria de las futuras plantaciones.
Actualmente la biopropagación ya se está utilizando en los semilleros del sureste español (Murcia, Almería y Granada), con el mírido N. tenuis sobre plantas de tomate, para conseguir adelantar la instalación de esta especie en el cultivo. Debido a que al inicio de los ciclos de plantación se parte de una alta presión de plagas, resulta muy importante conseguir un rápido establecimiento de la población desde el principio del cultivo y esto es posible a través de la biopropagación. Para ello, se realiza la introducción de adultos de N. tenuis entre 7 y 5 días antes del transplante, a una dosis de entre 0,5 - 1 individuo/planta, en función del ciclo de plantación. Después es necesario suministrar huevos de la polilla Ephestia kuenieella como alimento, no sólo en el semillero sino también en el invernadero comercial después del transplante y hasta una semana después del mismo.
Mediante la biopropagación se consigue, además de un adelanto en la instalación del depredador, una distribución homogénea del mismo que da lugar a una instalación simultánea en todas las plantas en el invernadero. También se consigue una disminución de los costes para el agricultor, puesto que por una parte, la cantidad del depredador introducida es menor que cuando se inocula directamente en el campo y por otra se disminuye el coste en mano de obra.
La técnica de biopropagación también puede ser interesante para la instalación en semillero de otros depredadores como A. swirskii. Ensayos realizados en pepino, cultivo que carece de polen, han mostrado que la preinstalación de este depredador en las bandejas de semillero y el uso de polen de Typha latiitfolia como alimento complementario, permite mantener las poblaciones de A. swirskii en el cultivo y ejercer un mejor control de plagas, como la mosca y blanca y el trips, desde el inicio de cultivo (Téllez, 2015).
Actualmente se está produciendo una continua implementación de las estrategias de control biológico en semilleros, que aporta grandes ventajas en la protección fitosanitaria de las futuras plantaciones.
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