domingo, 21 de febrero de 2016

ERUDITOS DIGITALES


Vivimos en un mundo tecnológico. Nuestro trabajo, entretenimiento, salud, transporte, educación, economía y comunicación, entre otros, dependen y se ven enriquecidos por la tecnología. Sin embargo, somos muy pocos –y aún menos mujeres-- los que creamos tecnología y la utilizamos como herramienta para resolver problemas.
El término alfabeto digital se utiliza para describir a aquellos que saben utilizar una amplia gama de dispositivos digitales, como teléfonos móviles, ordenadores, tabletas, etc
Desde este punto de vista, podríamos considerar que la gran mayoría de nuestros jóvenes, adolescentes y niños son a día de hoy alfabetos digitales. Según el último estudio de Pew Research Center sobre el uso de la tecnología en los adolescentes norteamericanos, un 78% de ellos tienen un teléfono móvil y un 93% tienen acceso a un ordenador.
Sin duda, este nivel de adopción de la tecnología es positivo ya que numerosos estudios corroboran el impacto positivo del acceso a la tecnología e Internet en el desarrollo de un país. Mirando estas cifras, podríamos pensar que las nuevas generaciones están plenamente preparadas para ser competentes en el mundo digital. Después de todo, son nativos digitales.  
Sin embargo, ser alfabeto digital no va a ser suficiente para poder contribuir a la sociedad del futuro. Ser alfabeto digital es el primer paso para poder manejarse (¿sobrevivir?) en un mundo altamente tecnológico. Si realmente queremos que las próximas generaciones contribuyan a este futuro tecnológico, tenemos que asegurarnos de que adquieren las capacidades para ser eruditos digitales.
1.Ser erudito digital implica conocer con detalle cómo funciona la tecnología que usamos en nuestro día a día para poder crear a su vez nueva tecnología que contribuya al progreso y nos ayude a afrontar los retos globales a los que nos enfrentamos, incluyendo el calentamiento global, la crisis energética, el envejecimiento de la población o la brecha entre ricos y pobres. Aunque la tecnología no es suficiente para poder afrontar estos retos, la solución a dichos retos en muchos casos tendrá un fuerte componente tecnológico de tecnología que aún no hemos inventado.
2.Ser erudito digital conlleva entender las diferencias entre, por ejemplo, hacer una llamada via Skype y una llamada por teléfono tradicional; conocer que son y cómo se usan tus datos personales capturados online; saber qué es el Big Data y cómo y para qué pueden analizarse estas cantidades ingentes de datos; saber programar; tener conocimientos de cómo funciona Internet, o una red social, o un móvil/ordenador.
3.Ser erudito digital involucra saber distinguir entre el contenido veraz y el no veraz, poder contrastar contenidos digitales y crear nuevos contenidos propios.
4.Ser erudito digital requiere tener desarrollado un sentido crítico para poder discernir entre el uso apropiado vs no apropiado de la tecnología, entre su uso productivo y constructivo vs un uso que no es ni productivo ni constructivo; y tener desarrollada la capacidad de auto-control en el uso de una tecnología que, sin duda, cada vez más está diseñada para ser adictiva.
5.Ser erudito digital comporta poder apoyarse en la tecnología para desarrollar nuestro potencial y asimismo contribuir a desarrollar el potencial de la tecnología como herramienta para la creatividad, para resolver problemas, para crear oportunidades o mejorar la calidad de vida.
Desgraciadamente, no debemos confundir el saber usar la tecnología con el saber cómo funciona la tecnología. Y aunque nuestros hijos vivan enganchados a la tecnología, tanto chicos como chicas, ¿cuántos de ellos saben cómo funciona esa tecnología alrededor de la cual gira su vida?
Los estudios indican que muy pocos. Un estudio de Horizon 2014 en Europa enfatiza que los niveles de competencia digital de los niños y adolescentes europeos son deficientes, y un estudio reciente de EU Kids Online indica que dos tercios de los niños británicos de entre 9 y 10 años saben tanto sobre Internet como sus progenitores.
El recientemente publicado Estudio Internacional en Alfabetización sobre la Información y la Informática concluye que las habilidades y los conocimientos necesarios para los jóvenes de hoy deben ser enseñados y no se aprenden simplemente usando tecnología. Este estudio examinó el nivel de competencia con los ordenadores y el manejo de la información de 60.000 alumnos de 2ª de la ESO en 21 sistemas educativos en el mundo y encontró que los estudiantes no adquieren las capacidades digitales necesarias si estas no son formalmente enseñadas.
Por tanto, para conseguir que nuestros jóvenes participen en el diseño del mundo que viene deberíamos tanto enseñarles cómo funciona la tecnología, como ayudarles a desarrollar un sentido crítico en el uso de dicha tecnología.
Porque una cosa es usar y consumir, y otra muy distinta conocer. Que su hijo o hija consuma tecnología es positivo, siempre que dicho uso sea consciente y constructivo; siempre que dicho uso no sustituya experiencias vitales fundamentales interaccionando con personas y objetos físicos (al menos, de momento, dadas las limitaciones de la tecnología de hoy). Por ejemplo, el tiempo compartido con familiares y amigos, la riqueza de las conversaciones importantes cara a cara, son elementos fundamentales para el desarrollo de nuestra inteligencia social y emocional.
La empatía, la paciencia, el auto-control, la perseverancia, la concentración continuada en una tarea compleja, la tolerancia, la habilidad de gestionar el aburrimiento o de aceptar una gratificación a largo plazo son cualidades necesarias que hoy en día difícilmente podemos desarrollar y cultivar con experiencias exclusivamente tecnológicas, que nos gratifican inmediatamente, con frecuentes interrupciones. Es crítico encontrar el equilibrio en el uso de la tecnología para que este uso realmente este aportando valor en nuestras vidas.   
Finalmente, una encuesta reciente por la Fundación Española de la Ciencia y la Tecnología (FECYT) para determinar los conocimientos de los españoles sobre ciencia y tecnología revela resultados preocupantes:
Sólo un 15% de los españoles tienen interés en la tecnología o la ciencia, porcentaje que baja hasta un 9,9% en el caso de las mujeres.
Es fundamental que formemos a las generaciones futuras, y sobre todo a las chicas, a ser eruditos digitales.
Algunos países ya han desarrollado iniciativas en este sentido. Uno de los esfuerzos de mayor envergadura es probablemente la iniciativa del Reino Unido de incorporar un currículum de ciencias de la computación en todos los colegios, a partir de los cinco años. Además, hay programas específicos para atraer a las niñas a las ciencias y la tecnología. 
Los niños y las niñas británicas aprenderán cómo se representan los datos en los ordenadores y como se analizan dichos datos, aprenderán a programar, a diseñar algoritmos, entenderán que es una red de ordenadores, sabrán cómo se comunican los ordenadores, cómo funciona la World Wide Web, los buscadores, las redes sociales, etc… A los niños y a las niñas británicos se les estarán dando oportunidades para desarrollar sus competencias digitales, para aprender a ser eruditos digitales, ¿y a los nuestros?
Si no, el riesgo que corremos es que haya una élite minoritaria –y homogénea-- de expertos que saben cómo funciona la tecnología y estarán contribuyendo al futuro, creando nueva tecnología; y una gran masa de gente que usara una tecnología que otros han creado y no estará capacitada para contribuir a ese futuro tecnológico.
Es importante destacar que la inacción no va a resolver la situación que hay ahora. Por una parte deberíamos poder ofrecer a nuestros niños una educación que les permita llegar a ser eruditos digitales (ver blog anterior). Por otra parte, deberíamos implementar acciones para fomentar vocaciones científico-tecnológicas entre nuestros jóvenes y especialmente entre las chicas, ya que en el contexto tecnológico hay una preocupante falta de diversidad de género con porcentajes muy reducidos de chicas que estudian carreras tecnológicas y aun menores de chicas que ejercen profesionalmente en posiciones técnicas.
Algunas acciones incluyen dar más visibilidad a las carreras tecnológicas y al trabajo de los investigadores y sobre todo investigadoras en tecnología; identificar embajadores que, en primera persona, compartan sus experiencias y cuyas trayectorias puedan servir de inspiración a los estudiantes; ofrecer oportunidades para experimentar con y hacer proyectos tecnológicos; desbancar estereotipos erróneos sobre las carreras técnicas y los que trabajamos en ella (e.g. son muy difíciles, quienes las estudian son geeks con limitadas habilidades sociales, etc…), mostrando su vertiente humana y su potencial para tener impacto positivo en la vida de todos y, sobre todo, animar a nuestros jóvenes –especialmente las chicas-- a considerar una carrera técnica como una opción profesional con un inmenso potencial. El mundo necesita más ingenieros, y aún más ingenieras.

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