domingo, 30 de octubre de 2016

El agua: la economía circular y la huella hídrica como herramientas necesarias para una gestión eficaz

En este artículo se van a poner en relieve algunas de esas cifras y datos que deben de hacernos estar alerta, muy alerta, y abandonar el estío continuo frente al devenir, debido a que vivir el presente, pensando que es mejor que el pasado sin pensar que debe de haber un “mañana” provoca que tengamos la obligación de resaltar algunas herramientas necesarias para dotar a la sociedad de un recurso básico e imprescindible poniendo el acento en los once objetivos de Desarrollo Sostenible, que se debatieron en la pasada Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible del año 2015.
El objetivo 6 hace mención al agua limpia y saneamiento, mientras que el objetivo 11 focaliza la atención en las ciudades y comunidades sostenibles. Unas ciudades que aún conservan el mayor de los desafíos en sus periferias – no obstante, el arquitecto italiano y senador vitalicio, Renzo Piano (ganador del premio Pritzker, el nobel de la arquitectura), dedica su sueldo como senador para estudiar cómo mejorar las periferias italianas con un equipo contratado de jóvenes arquitectos – que alojan aún a 828 millones de personas. Unas ciudades que suponen el 2% del planeta y que consumen entre el 60 y el 80% de la energía, y provocan el 75% de las emisiones de CO2. Esa descontrolada urbanización ha ejercido una descomunal presión sobre el abastecimiento de agua potable, sobre la necesaria depuración de las aguas y la falta de ella sobre todo y la salud pública, pues hoy día más de un millón y medio de niños mueren al año por enfermedades contraídas por el agua.
Pero entonces, la primera cuestión sería, ¿es sostenible un mundo de 7.000 millones de habitantes, donde desde el año 2007 más de la mitad de la población vive en las ciudades? El director británico Peter Weber y Stephen Emmot de Microsoft y profesor invitado en la Universidad de Oxford se lo preguntaron haciendo la estimación de que en el año 2100 seríamos 10.000 millones, e hicieron un documental intentando “despertarnos” de la siesta, acentuando la cuestión de hacia dónde vamos y si es sostenible un crecimiento demográfico tan desmedido. En el apartado relacionado con el líquido elemento, nos indican que aún a fecha de hoy, existen 1.000 millones de personas sin acceso a agua potable de “calidad” y apuntan que un 70% del agua potable se destina a fines agrícolas. Y nos dejan entrever un nuevo concepto de ‘agua oculta’, al que regresaremos un poco más tarde.
Tabla 1. Número de personas que sufren una escasez de agua baja, moderada, significativa y severa durante un número determinado de meses por año, para el año medio en el período 1996 -2005.
La tabla anterior pone de manifiesto y revela que Weber y Emmot llevan razón en su documental titulado ‘10.000 millones’ y que solo un cambio de paradigma y de mentalidad nos puede “despertar” a tiempo, y como subrayan los autores del artículo referenciado, Mekonnen y Hoekstra, la escasez de agua dulce se aprecia como un riesgo en incremento, cuando tres cuartas partes de la población mundial vive por debajo de las condiciones mínimas al menos una vez al mes (la mitad en India y China).
Viajando desde las islas británicas hasta la tierra del tulipán, nos encontramos con un joven profesor de la Universidad de Twente en Enschede (al este de los Países Bajos, casi en la línea fronteriza alemana), Arjen Hoekstra, que en el año 2002, tuvo una idea brillante. Pensó que sería interesante medir qué cantidad de agua es necesaria para fabricar un producto, véase un pantalón vaquero, una camiseta de algodón o un alimento. Y además calculó el agua que se contamina con motivo de la fabricación de dichos alimentos o productos en la cadena de producción (tabla 2). Y a la sumatoria de dichos volúmenes le dio el nombre de ‘Water Footprint’ (Huella Hídrica). Este gurú de la gestión eficiente de las masas de agua nos desvela que un 90% del agua potable mundial se dedica para fines agrícolas, y si tenemos en consideración que sólo entre un 1-4% es dedicado a consumo humano, tenemos que poner el foco en mejorar la innovación tecnológica en los campos y cultivos, debido a que el modo actual provoca estas ‘externalidades negativas’ haciendo que los campos sean auténticos sumideros de agua que se distribuye sin ningún control.














Tabla 2. Huella hídrica de algunos productos y alimentos. Fuente: www.waterfootprint.org
Es necesario, por lo tanto, analizar los procesos de producción, los rendimientos hídricos de las industrias, incentivar que las industrias reduzcan su huella hídrica, de tal manera que provoque un cambio de mentalidad y toma de concienciación definitiva, subraya el profesor Hoekstra, porque además, la mayoría de los alimentos son importados desde países donde sufren la escasez de agua indicada con anterioridad.
Aunque bien es cierto que en una economía globalizada, se pueden obtener productos más baratos donde el agua no es valorada o apreciada, y en muchos casos se desperdicia, porque puede tratarse de un país húmedo o porque el agua es “regalada” o “subvencionada” por parte de los que conforman el último eslabón del la gestión del ciclo integral del agua, y que están en contacto con los ciudadanos, empresas, agricultores, etc., nos indica Hoekstra, reafirmándose en que en una economía circular la huella hídrica es 0. Y en este contexto aparece otra herramienta, que es la Economía Circular, que puede definirse como una ciencia social que estudia la asignación eficaz y eficiente en términos de sostenibilidad de los factores productivos generando un proceso de producción o prestación de servicios, que no conlleva la existencia de externalidades negativas para el ecosistema. Insertando este concepto en la política europea, podemos afirmar tal y como nos indica la Fundación Ellen MacArthur, que el PIB de la Unión Europea podría crecer un 11% en el horizonte de 2030, mientras que podía escalar hasta el 27% para el 2050, frente a los pobres crecimientos actuales del 4% y del 15% previstos, con nuestro sistema económico lineal. Y desde las Instituciones Europeas han apostado por este cambio de paradigma, para estimular el cambio hacia la economía circular y fomentar dicho crecimiento económico más sostenible y que cree nuevos puestos de trabajo (estiman sobre unos 2 millones), así como aumentar la competitividad.
Profundizando en este concepto aplicado a la gestión del Ciclo Integral del Agua, debemos “obligar” a nuestros dirigentes a cerrar el ciclo con la puesta en marcha de las estaciones depuradoras de aguas residuales necesarias para cumplir la Directiva Europea, sin más moratorias, pues como nos indica el VII informe de la CE, aún no se ha llegado al 100% del tratamiento de las cargas contaminantes – y lo que es más grave, aún hay importantes capitales europeas que no hacen un tratamiento adecuado de sus efluentes residuales, por lo que aún no se puede cumplir con lo que indica la CE en su paquete sobre Economía Circular, sobre las medidas a tomar para facilitar la reutilización del agua, incluyendo una propuesta legislativa sobre requisitos mínimos del agua reutilizada, por ejemplo para el riego y la recarga de acuíferos.
Sería fundamental apostar por insertar de forma perpetua la reutilización del agua en el ciclo integral, porque provocaría que se dependiera de la explotación de acuíferos, que continuáramos dependiendo de la pluviometría con nuestras prerrogativas, y de tal manera que, aminorando la huella hídrica en nuestros procesos tecnológicos e industriales, reduciendo esa “agua oculta” a la que antes hacíamos referencia, y dotando a nuestros campos de la innovación tecnológica necesaria para reutilizar cada gota de agua, porque como nos dice, Antonio Castillo, hidrogeólogo de la Universidad de Granada y del CSIC, “el agua es vida, es paisaje, es cultura, es ocio, es recreo, es turismo, bebida y comida y motor económico, …” y de esta manera, poder dar un giro completo a nuestro sistema productivo y económico, siendo partícipes de un cambio de mentalidad en aquellos que deben dirigir el rumbo de esta nave llamada Tierra.
Y volviendo a Puccini y a su magistral ópera Turandot, …’All’alba, vinceró’. Venceremos cuando amanezca un nuevo rostro en todos los que nos dedicamos, de uno u otro modo, a gestionar un recurso tan vital y necesario como es el Agua, porque aunque sea complicado y difícil, el esfuerzo habrá merecido la pena, y porque como nos dejó escrito Igor Stravinsky en su Poética Musical, “aquello que me libera de una dificultad me quita una fuerza, cuanto más nos comprometemos con las obligaciones, más nos liberamos de las cadenas que atan el espíritu”. Cuanto más difícil sea nuestra meta, más obligados estamos todos a remar hacia el mismo objetivo. Lograr un mundo más habitable y más justo. Ojalá que al alba estemos totalmente “despiertos”.

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