Investigadores, ingenieros y empresas del
sector de las renovables en la actualidad, continúan desarrollando
tecnologías basadas en energía solar con el objetivo de garantizar una
máxima eficiencia y fiabilidad técnica a un coste asequible para el
mercado en la producción de electricidad. Aunque el sol transmite en una hora más energía a la tierra que lo que actualmente consumen los seres humanos en todo un año,
existe una serie de obstáculos e ineficiencias que impiden alcanzar tan
solo una fracción de este potencial, un sueño que parece seguir siendo
lejano.
El más importante de estos obstáculos es evidente por sí mismo.
Durante períodos de nubosidad intensa o en la noche, cuando la demanda
de energía alcanza su punto máximo, la producción de los paneles solares
se reduce a cero. Es esta intermitencia, por no hablar de la todavía
reducida eficiencia de las células solares fotovoltaicas, la que
mantiene el elevado coste de la energía solar y empuja a la mayoría de
la inversión renovable hacia alternativas más baratas, como la eólica.
Los modernos avances en el campo de la energía solar térmica y la energía solar concentrada (CSP)
han ofrecido una serie de soluciones al problema de la intermitencia
solar, algunas de las cuales están ya en funcionamiento. Estas
soluciones implican diversos medios de almacenamiento de la energía
solar durante el día, permitiendo posteriormente acceder a ella por la
noche para una producción eléctrica constante.
A través de una serie de prometedoras tecnologías, las grandes
instalaciones solares térmicas pueden alcanzar la condición de carga
base (24 horas). Los alentadores aspectos económicos del almacenamiento
de la energía solar térmica, ha empujado a desarrollar tecnologías de
vanguardia que permiten la generación de energía solar a gran escala, a
pesar de la caída de precios de las células fotovoltaicas. Por el
momento, son dos los métodos de almacenamiento que han sido señalados
particularmente como prometedores en el futuro de la energía solar.
1. Almacenamiento de energía por sales fundidas:
Dada su importancia para la viabilidad de la energía solar, el
almacenamiento ha sido un área de investigación clave durante las
últimas décadas. Una gran parte del trabajo se ha invertido en el
desarrollo de baterías de almacenamiento de energía fotovoltaica, pero
el costo y la ineficiencia de las mismas hace que esta opción sea poco
práctica para las operaciones a gran escala. Sin embargo, las centrales
termosolares aprovechan la energía del sol para producir calor, que es
mucho más fácil de almacenar de manera eficiente. Para ello se necesita
las sustancias adecuadas para almacenar el calor (en temperaturas
extremadamente altas) y transferirse de nuevo en el proceso de
generación de energía cuando sea necesario.
La sal, con su fácil disponibilidad, un perfil de seguridad favorable
y formidables características de retención del calor (las sales
fundidas tan sólo pierden el 7% de la energía almacenada), la hacen un
candidato ideal. La primera planta termosolar del mundo con almacenamiento de energía por sales fundidas es Andasol-1,
una central térmica solar de colectores cilindro-parabólicos que
comenzó a operar en la provincia española de Granada en noviembre de
2008.
Los trabajos de generación durante el día en la planta se producen
cuando la luz incide en espejos cilindro-parabólicos que reflejan el
calor en tubos llenos de aceite, que se calienta a 400°C antes de ser
utilizado para aumentar la temperatura del agua y crear vapor para
accionar una turbina. Pero la planta tiene además la capacidad adicional
de enviar el aceite térmico a un intercambiador de calor, donde es
transferido a las sales fundidas para su almacenamiento. La sal
calentada puede a continuación ser enviada de vuelta al intercambiador
de calor, para transferir su temperatura de nuevo al aceite para
accionar la turbina.
El método de almacenamiento de energía solar por sales fundidas
implementado en Andasol-1, permitió a la planta generar electricidad
para un extra de siete horas y media durante la noche o en períodos
nublados. Aunque la suma total de su producción eléctrica no llegó a ser
de 24 horas, fue sin duda lo suficiente como para aumentar su
producción anual de 117.000 MWh a 178.000 MWh, ayudando a reducir el
coste de la energía producida.
No obstante, España alcanzó el difícil objetivo de crear una planta
termosolar de producción eléctrica durante las 24 horas del día algunos
años más tarde, cuando la compañía Torresol Energy inauguró en mayo de
2011 la planta Gemasolar de 19,9 MW, situada en Fuentes de Andalucía, Sevilla. La
propia capacidad de almacenamiento de Gemasolar permite extender su
tiempo de funcionamiento en ausencia de radiación solar de hasta 15
horas, lo que permite un amplio suministro eléctrico cuando el sol no está disponible y la demanda aumenta.
2. Fotosíntesis artificial:
El proceso natural de la fotosíntesis es una de las más ingeniosas
técnicas de recolección de energía de la naturaleza. Durante millones de
años, las plantas han estado convirtiendo el agua, la luz solar y el
dióxido de carbono en energía química, con oxígeno vital como único
subproducto. Los ingenieros ahora están tomando inspiración de la
naturaleza para desarrollar diversas formas de fotosíntesis artificial,
una innovación que podría proporcionar otro medio para almacenar
energía solar para su uso posterior. El principio básico detrás del
método implica el uso de la energía del sol para dividir el agua en sus
partes constituyentes, almacenando hidrógeno para ser utilizado como un
combustible y liberando oxígeno a la atmósfera.
Pero la división de las moléculas de agua no es tarea sencilla; se
requiere de un catalizador para reaccionar a los fotones del sol y poner
en marcha el proceso. En este sentido los ingenieros del Energy
Frontier Research Center de la Universidad de Carolina del Norte,
están liderando uno de los proyectos más importantes del mundo en este
campo. Concretamente, están desarrollando un método que toma cuatro
electrones de dos moléculas de agua, las traslada a otro lugar, produce
hidrógeno y mantiene éste separado del oxígeno. Las técnicas para
diseñar moléculas capaces de hacer esto supone un gran desafío que los
bioingenieros están empezando a superar.
El equipo de investigación consiguió resolver el problema con el uso de DSPECs
(células de fotoelectrosíntesis sensibilizadas por colorante), que
contienen una molécula y una nanopartícula. La molécula es un catalizador ensamblado que absorbe la luz solar y comienza la separación de los electrones desde el agua. La nanopartícula, que está recubierta con dióxido de titanio,
lleva rápidamente los electrones lejos del agua, dejándolos liberados
para producir hidrógeno, el cual podría ser utilizado como combustible para vehículos o almacenarse en pilas de combustible para producir electricidad.
El proceso, que puede utilizar una variedad de materiales
catalíticos, incluyendo el dióxido de titanio, así como el óxido de
manganeso y cobalto, crea un enfoque molecular para el almacenamiento de
energía que, si puede ser demostrado como estable y eficiente, generará
un verdadero cambio del paradigma para la energía solar. La
fotosíntesis artificial, que de acuerdo con el equipo de la Universidad
de Carolina del Norte puede ser implementada utilizando las tecnologías
existentes, necesita simplemente ser demostrada fuera del laboratorio, aunque este punto necesitará años antes de producirse.
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