Cuando casi 200 naciones estaban reunidas por las Naciones Unidas el
mes pasado en la cumbre del cambio climático en Marrakech, eran
informadas por la NASA acerca de que los meses de octubre de los tres
últimos años habían sido los más calurosos en el planeta desde que se
llevan registros (1880). También eran alertadas con la información que
la acumulación de gases invernadero este año registraba un valor record.
Las evidencias científicas son contundentes, no hay dudas de
que las emisiones contaminantes están contribuyendo al aumento de la
temperatura. Estas emisiones son generadas por el consumo de fósiles
(carbón, petróleo y gas), más algunas prácticas agropecuarias y la
deforestación.
No es sorpresa que estos fenómenos están ocurriendo, ya que en
el siglo XX el PBI mundial se multiplicó 19 veces. La producción de
bienes y servicios en el último siglo fue mayor a toda la producción
acumulada desde el inicio de la presencia humana en la Tierra hasta
fines del siglo XIX. En los primeros 18 siglos de nuestra era, hasta la
Revolución Industrial, la población aumentó al modesto ritmo anual de
420 mil personas. El aumento de la población hoy es de 53 millones por
año, es decir 126 veces más. Todo esto ha contribuido a un incremento en
la utilización de combustibles fósiles, generadores de dióxido de
carbono y otros gases contaminantes.
La temperatura de nuestro planeta es hoy casi un grado mayor a
la vigente antes de la Revolución Industrial. El hielo en el Ártico ha
disminuido en los últimos cuarenta años, disminución motivada por el
incremento de la temperatura. El nivel de los océanos también viene
aumentando y podrían crecer un metro más hacia fines de este siglo. Son
numerosas las islas que corren el riesgo de su desaparición.
El impacto del cambio climático ya ha comenzado a sentirse: con
altas temperaturas, tormentas, inundaciones y sequías. El cambio
climático es el principal problema de naturaleza global que enfrenta
toda la humanidad en el siglo XXI. Esta amenaza global requiere una
solución global con compromisos de todas las naciones.
Preservar el planeta de los daños del calentamiento global, que
ya comenzaron a sentirse en nuestro país afectando, por ejemplo, la
disponibilidad de agua por el retroceso de los glaciares andinos al
mismo tiempo que aumentan las inundaciones en el Noroeste, exigirá un
gran esfuerzo. La meta es exigente, ya que requiere que dentro de 20
años se debería estar globalmente emitiendo un 30 por ciento menos de
CO2 que hoy. Esto exigirá modificar el patrón de consumo de energía,
deforestación y prácticas agrícolas. Como dentro de 20 años la población
mundial crecerá en 1400 millones de habitantes y además el PBI mundial
será el doble del actual, se trata de reducir las emisiones
contaminantes por unidad de PBI más de un 65 por ciento. Es buena la
noticia que en la última década los costos de las energías renovables
han disminuido y las inversiones se han multiplicado más de siete veces.
Por eso los tres últimos años han sido testigos de una gran expansión
global de estas nuevas energías.
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